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TEXTOS ELECTRÓNICOS / ELECTRONIC TEXTS

OBRAS COMPLETAS de Miguel de Cervantes. Ediciones publicadas por Rudolph Schevill y Adolfo Bonilla. Madrid: Gráficas Reunidas, 1914-1944

NOVELAS EJEMPLARES/Tomo III/La señora Cornelia

NOVELA de la Señora Cornelia.

Don Antonio de Ysunça y don Iuan de Gam-
boa, caualleros principales de vna edad, muy
discretos y grandes amigos, siendo estudiantes
en Salamanca, determinaron de dexar sus es-
tudios por yrse a Flandes, lleuados del heruor      5
de la sangre moça y del desseo, como dezirse
suele, de ver mundo, y por parecerles que el
exercicio de las armas, aunque arma y dize
bien a todos, principalmente assienta y dize me-
jor en los bien nacidos y de illustre sangre.      10
Llegaron, pues, a Flandes, a tiempo que
estauan las cosas en paz, o en conciertos y
tratos de tenerla presto. Recibieron en Ambe-
res cartas de sus padres, donde les escriuieron
el grande enojo que auian recebido por auer      15
dexado sus estudios sin auisarselo, para que
huuieran venido con la comodidad que pedia
el ser quien eran. Finalmente, conociendo la
pesadumbre de sus padres, acordaron de bol-
uerse a España, pues no auia que hazer en      20
Flandes, pero, antes de boluerse, quisieron ver
todas las mas famosas ciudades de Italia; y,
auiendolas visto todas, pararon en Bolonia,

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NOVELAS EXEMPLARES


y admirados de los estudios de aquella insigne
vniuersidad, quisieron en ella proseguir los
suyos. Dieron noticia de su intento a sus
padres, de que se holgaron infinito, y lo mos-
traron con proueerles magnificamente y de      5
modo que mostrassen en su tratamiento quien
eran y que padres tenian. Y desde el primero
dia que salieron a las escuelas, fueron conoci-
dos de todos por caualleros, galanes, discretos
y bien criados.      10
Tendria don Antonio hasta veynte y quatro
años, y don Iuan no passaua de veynte y seys,
y adornauan esta buena edad con ser muy
gentileshombres, musicos, poetas, diestros y
valientes, partes que los hazian amables y bien      15
queridos de quantos los comunicauan. Tuuie-
ron luego muchos amigos, assi estudiantes es-
pañoles, de los muchos que en aquella vniuer-
sidad cursauan, como de los mismos de la
ciudad y de los estrangeros. Mostrauanse con      20
todos liberales y comedidos, y muy agenos de
la arrogancia que dizen que suelen tener los
españoles. Y como eran moços y alegres, no se
desgustauan de tener noticia de las hermo-
sas de la ciudad: y aunque auia muchas seño-      25
ras donzellas y casadas con gran fama de
ser honestas y hermosas, a todas se auentajaua
la señora Cornelia Bentibolli, de la antigua y
generosa familia de los Bentibollis, que vn tiem-
po fueron señores de Bolonia. Era Corne-      30

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LA SEÑORA CORNELIA


lia hermosissima en estremo, y estaua debaxo
de la guarda y amparo de Lorenço Bentibolli,
su hermano, honradissimo y valiente caualle-
ro, huerfanos de padre y madre; que aunque
los dexaron solos, los dexaron ricos, y la rique-      5
za es grande aliuio de horfanidad.
Era el recato de Cornelia tanto, y la solicitud
de su hermano tanta en guardarla, que ni ella
se dexaua ver, ni su hermano consentia que la
viessen. Esta fama traian desseosos a don      10
Iuan y a don Antonio de verla, aunque fuera
en la yglesia. Pero el trabajo que en ello pu-
sieron fue en ualde, y el desseo, por la im-
possibilidad, cuchillo de la esperança, fue men-
guando; y assi, con solo el amor de sus estudios      15
y el entretenimiento de algunas honestas mo-
cedades, passauan vna vida tan alegre como
honrada. Pocas vezes salian de noche, y si sa-
lian, yuan juntos y bien armados.
Sucedio, pues, que auiendo de salir vna no-      20
che, dixo don Antonio a don Iuan que el se
queria quedar a rezar ciertas deuociones, que
se fuesse, que luego le seguiria.
"No ay para que" , dixo don Iuan, "que yo
os aguardaré, y si no salieremos esta noche,      25
importa poco."
"No, por vida vuestra" , replicó don Antonio,
"salid a coger el ayre, que yo sere luego con
vos, si es que vays por donde solemos yr."
"Hazed vuestro gusto" , dixo don Iuan, "que-      30

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NOVELAS EXEMPLARES


daos en buenora, y, si salieredes, las mismas
estaciones andare esta noche que las passa-
das."
Fuesse don Iuan, y quedose don Antonio.
Era la noche entre escura, y la hora las onze;      5
y, auiendo andado dos o tres calles, y viendose
solo y que no tenia con quien hablar, determi-
nó boluerse a casa, y poniendolo en efeto, al
passar por vna calle que tenia portales susten-
tados en marmoles, oyo que de vna puerta le      10
ceceauan. La escuridad de la noche, y la que
causauan los portales, no le dexauan atinar al
ceceo
Detuuose vn poco, estuuo atento, y vio en-
treabrir vna puerta; llegose a ella, y oyo vna      15
voz baxa que dixo: "¿Soys, por ventura, Fa-
bio?"
Don Iuan, por si o por no, respondio: "Si."
"Pues tomad" , respondieron de dentro, "y
ponedlo en cobro, y bolued luego, que im-      20
porta."
Alargó la mano don Iuan y topó vn bulto, y
queriendolo tomar, vio que eran menester las
dos manos, y assi le huuo de assir con en-
trambas; y apenas se le dexaron en ellas, quan-      25
do le cerraron la puerta, y el se halló cargado
en la calle y sin saber de que. Pero casi luego
començo a llorar vna criatura, al parecer re-
cien nacida, a cuyo lloro quedó don Iuan
confuso y suspenso, sin saber que hazerse, ni      30

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LA SEÑORA CORNELIA


que corte dar en aquel caso, porque en boluer
a llamar a la puerta, le parecio que podia correr
algun peligro cuya era la criatura, y en dexarla
alli, la criatura misma; pues el lleuarla a su
casa, no tenia en ella quien la remediasse, ni el      5
conocia en toda la ciudad persona adonde po-
der lleuarla. Pero viendo que le auian dicho
que la pusiesse en cobro, y que boluiesse
luego, determinó de traerla a su casa y de-
xarla en poder de vna ama que los seruia, y      10
boluer luego a ver si era menester su fauor
en alguna cosa, puesto que bien auia visto que
le auian tenido por otro y que auia sido error
darle a el la criatura. Finalmente, sin hazer
mas discursos, se vino a casa con ella, a tiempo      15
que ya don Antonio no estaua en ella. Entrose
en vn aposento y llamó al ama, descubrio la
criatura, y vio que era la mas hermosa que jamas
huuiesse visto. Los paños en que venia embuel-
ta, mostrauan ser de ricos padres nacida. Des-      20
emboluiola el ama, y hallaron que era varon.
"Menester es" , dixo don Iuan, "dar de ma-
mar a este niño, y ha de ser desta manera:
que vos, ama, le aueys de quitar estas ricas
mantillas y ponerle otras mas humildes, y, sin      25
dezir que yo le he traydo, la aueys de lleuar
en casa de vna partera, que las tales siempre
suelen dar recado y remedio a semejantes ne-
cessidades; lleuareys dineros con que la dexeys

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NOVELAS EXEMPLARES


satisfecha, y dareysle los padres que quisiere-
des, para encubrir la verdad de auerlo yo
traydo."
Respondio el ama que assi lo haria, y don
Iuan, con la priessa que pudo, boluio a ver si      5
le ceceauan otra vez; pero vn poco antes que
llegasse a la casa adonde le auian llamado,
oyo gran ruydo de espadas, como de mucha
gente que se acuchillaua.
Estuuo atento, y no sintio palabra alguna; la      10
herreria era a la sorda, y, a la luz de las cen-
tellas que las piedras, heridas de las espadas,
leuantauan, casi pudo ver que eran muchos
los que a vno solo acometian, y confirmose
en esta verdad oyendo dezir:      15
"¡A, traydores, que soys muchos y yo solo;
pero con todo esso no os ha de valer vuestra
supercheria!"
Oyendo y viendo lo qual don Iuan, lleuado
de su valeroso coraçon, en dos brincos se      20
puso al lado, y, metiendo mano a la espada y
a vn broquel que lleuaua, dixo al que defendia,
en lengua italiana, por no ser conocido por es-
pañol:
"No temays, que socorro os ha venido, que      25
no os faltará hasta perder la vida; menead los
puños, que traydores pueden poco, aunque
sean muchos."
A estas razones respondio vno de los con-
trarios:      30
"Mientes, que aqui no ay ningun traydor,

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LA SEÑORA CORNELIA


que el querer cobrar la honra perdida, a toda
demasia da licencia."
No le habló mas palabras, porque no les
daua lugar a ello la priessa que se dauan a
herirse los enemigos, que, al parecer de don      5
Iuan, deuian de ser seys. Apretaron tanto a su
compañero, que de dos estocadas que le dieron
a vn tiempo en los pechos, dieron con el en
tierra.
Don Iuan creyo que le auian muerto, y con      10
ligereza y valor estraño se puso delante de to-
dos, y los hizo arredrar a fuerça de vna lluuia
de cuchilladas y estocadas. Pero no fuera bas-
tante su diligencia para ofender y defenderse,
si no le ayudara la buena suerte con hazer que      15
los vezinos de la calle sacassen lumbres a las
ventanas y a grandes vozes llamassen a la jus-
ticia; lo qual, visto por los contrarios, dexaron
la calle y a espaldas bueltas se ausentaron.
Ya en esto se auia leuantado el caydo, por-      20
que las estocadas hallaron vn peto, como de
diamante, en que toparon. Auiasele caydo a
don Iuan el sombrero en la refriega, y buscan-
dole, halló otro, que se puso acaso, sin mirar
si era el suyo o no.      25
El caydo se llegó a el y le dixo:
"Señor cauallero, quien quiera que seays, yo
confiesso que os deuo la vida que tengo, la qual,
con lo que valgo y puedo, gastaré a vuestro
seruicio; hazedme merced de dezirme quien      30
soys, y vuestro nombre, para que yo sepa a
quien tengo de mostrarme agradecido."

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NOVELAS EXEMPLARES


A lo qual respondio don Iuan:
"No quiero ser descortes, ya que soy desinte-
ressado. Por hazer, señor, lo que me pedis, y
por daros gusto solamente, os digo que soy vn
cauallero español y estudiante en esta ciudad;      5
si el nombre os importara saberlo, os le dixera;
mas por si acaso os quisieredes seruir de mi en
otra cosa, sabed que me llamo don Iuan de
Gamboa."
"Mucha merced me aueys hecho" , respon-      10
dio el caydo, "pero yo, señor don Iuan de
Gamboa, no quiero deziros quien soy, ni mi
nombre, porque he de gustar mucho de que lo
sepays de otro que de mi, y yo tendre cuydado
de que os hagan sabidor dello."      15
Auiale preguntado primero don Iuan si es-
taua herido, porque le auia visto dar dos gran-
des estocadas, y auiale respondido que vn
famoso peto, que traia puesto, despues de Dios
le auia defendido; pero que, con todo esso, sus      20
enemigos le acabaran, si el no se hallara a su
lado.
En esto vieron venir hazia ellos vn vulto de
gente, y don Iuan dixo:
"Si estos son los enemigos que bueluen,      25
apercebios, señor, y hazed como quien soys."
"A lo que yo creo, no son enemigos, sino
amigos los que aqui vienen" , y assi fue la ver-
dad, porque los que llegaron, que fueron ocho
hombres, rodearon al caydo y hablaron con el      30
pocas palabras, pero tan calladas y secretas,
que don Iuan no las pudo oyr.

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LA SEÑORA CORNELIA


Boluio luego el defendido a don Iuan, y di-
xole: "A no auer venido estos amigos, en nin-
guna manera, señor don Iuan, os dexara hasta
que acabarades de ponerme en saluo; pero
aora os suplico, con todo encarecimiento, que      5
os vays y me dexeys, que me importa."
Hablando esto, se tento la cabeça, y vio que
estaua sin sombrero, y boluiendose a los que
auian venido, pidio que le diessen vn sombre-
ro, que se le auia caydo el suyo.      10
Apenas lo huuo dicho, quando don Iuan le
puso el que auia hallado en la cabeça.
Tentole el caydo, y boluiendosele a don Iuan,
dixo: "Este sombrero no es mio; por vida del
señor don Iuan, que se le lleue por trofeo des-      15
ta refriega, y guardele, que creo que es cono-
cido."
Dieronle otro sombrero al defendido, y don
Iuan, por cumplir lo que le auia pedido, pas-
sando otros algunos, aunque breues comedi-      20
mientos, le dexó sin saber quien era, y se vino
a su casa, sin querer llegar a la puerta donde
le auian dado la criatura, por parecerle que
todo el barrio estaua despierto y alborotado
con la pendencia.      25
Sucedio, pues, que boluiendose a su posada,
en la mitad del camino encontro con don An-
tonio de Ysunça, su camarada, y conocien-
dose, dixo don Antonio:
"Bolued conmigo, don Iuan, hasta aqui arri-      30
ba, y en el camino os contare vn estraño cuento

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NOVELAS EXEMPLARES


que me ha sucedido, que no le aureys oydo tal
en toda vuestra vida."
"Como essos cuentos os podre contar yo" ,
respondio don Iuan" , pero vamos donde que-
reys, y contadme el vuestro."      5
Guió don Antonio, y dixo:
"Aueys de saber que, poco mas de vna hora
despues que salistes de casa, sali a buscaros, y
no treynta pasos de aqui, vi venir, casi a
encontrarme, vn vulto negro de persona, que      10
venia muy aguijando; y llegandose cerca, co-
noci ser muger en el habito largo, la qual, con
voz interrumpida de sollozos y de sus-
piros, me dixo:
"¿Por ventura, señor, soys estrangero, o de      15
la ciudad?"
"Estrangero soy, y español" , respondi yo.
Y ella: "¡Gracias al cielo, que no quiere que
muera sin sacramentos! "
"¿Venis herida, señora" , repliqué yo, "o      20
traeys algun mal de muerte?"
"Podria ser que el que traygo lo fuesse, si
presto no se me da remedio. Por la cortesia
que siempre suele reynar en los de vuestra na-
cion, os suplico, señor español, que me saqueys      25
destas calles y me lleueys a vuestra posada
con la mayor priessa que pudieredes, que alla,
si gustaredes dello, sabreys el mal que lleuo, y
quien soy, aunque sea a costa de mi credito."

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LA SEÑORA CORNELIA


Oyendo lo qual, pareciendome que tenia
necessidad de lo que pedia, sin replicarla mas,
la assi de la mano, y por calles desuiadas
la lleué a la posada. Abriome Santisteuan el
page, hizele que se retirasse, y, sin que el la      5
viesse, la lleué a mi estancia, y ella, en entran-
do, se arrojó encima de mi lecho desmayada.
Llegueme a ella, y descubrila el rostro, que con
el manto traia cubierto, y descubri en el la
mayor belleza que humanos ojos han visto; sera      10
a mi parecer de edad de diez y ocho años, antes
menos, que mas. Quedé suspenso de ver tal
estremo de belleza. Acudi a echarle vn poco
de agua en el rostro, con que boluio en si, sus-
pirando tiernamente. Y lo primero que me dixo      15
fue: "¿Conoceysme, señor?"
"No" , respondi yo, "ni es bien que yo aya
tenido ventura de auer conocido tanta hermo-
sura."
"Desdichada de aquella" , respondio ella, "a      20
quien se la da el cielo para mayor desgracia
suya; pero, señor, no es tiempo este de alabar
hermosuras, sino de remediar desdichas; por
quien soys que me dexeys aqui encerrada, y
no permitays que ninguno me vea, y bolued      25
luego al mismo lugar que me topastes, y mirad
si riñe alguna gente, y no fauorezcays a nin-
guno de los que riñeren, sino poned paz, que
qualquier daño de las partes ha de resultar en
acrecentar el mio."      30

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NOVELAS EXEMPLARES


Dexola encerrada, y vengo a poner en paz
esta pendencia.
"¿Teneys mas que dezir, don Antonio?" ,
preguntó don Iuan.
"¿Pues no os parece que he dicho harto" ,      5
respondio don Antonio, "pues he dicho que
tengo debaxo de llaue, y en mi aposento, la
mayor belleza que humanos ojos han visto?"
"El caso es estraño sin duda" , dixo don Iuan,
"pero oyd el mio" ; y luego le conto todo lo que      10
le auia sucedido, y como la criatura que le
auian dado estaua en casa en poder de su ama,
y la orden que le auia dexado de mudarle las
ricas mantillas en pobres, y de lleuarle adonde
le criassen, o a lo menos socorriessen la pre-      15
sente necessidad.
Y dixo mas, que la pendencia que el venia
a buscar, ya era acabada y puesta en paz; que
el se auia hallado en ella; y que, a lo que el
imaginaua, todos los de la riña deuian de ser      20
gentes de prendas y de gran valor.
Quedaron entrambos admirados del sucesso
de cada vno, y con priessa se boluieron a la
posada, por ver lo que auia menester la ence-
rrada.      25
En el camino dixo don Antonio a don Iuan,
que el auia prometido a aquella señora que no
la dexaria ver de nadie, ni entraria en aquel
aposento sino el solo, en tanto que ella no gus-
tasse de otra cosa.      30
"No importa nada" , respondio don Iuan,
"que no faltará orden para verla, que ya lo

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LA SEÑORA CORNELIA


desseo en estremo, segun me la aueys alaba-
do de hermosa."
Llegaron en esto, y a la luz que sacó vno de
tres pages que tenian, alçó los ojos don Anto-
nio al sombrero que don Iuan traia, y viole      5
resplandeciente de diamantes; quitosele, y vio
que las luzes salian de muchos que en vn cin-
tillo riquissimo traia. Miraronle y remira-
ronle entrambos, y concluyeron que, si todos
eran finos, como parecian, valia mas de doze      10
mil ducados.
Aqui acabaron de conocer ser gente princi-
pal la de la pendencia, especialmente el soco-
rrido de don Iuan, de quien se acordo auerle
dicho que truxesse el sombrero y le guardas-      15
se, porque era conocido.
Mandaron retirar los pages, y don Antonio
abrio su aposento, y halló a la señora sentada
en la cama, con la mano en la mexilla, derra-
mando tiernas lagrimas.      20
Don Iuan, con el desseo que tenia de verla,
se assomó a la puerta tanto quanto pudo en-
trar la cabeça, y al punto la lumbre de los dia-
mantes dio en los ojos de la que lloraua, y al-
çandolos, dixo: "Entrad, señor duque, entrad;      25
¿para que me quereys dar con tanta escase-
za el bien de vuestra vista? "
A esto dixo don Antonio: "Aqui, señora, no
ay ningun duque que se escuse de veros."
"¿Como no?" , replicó ella, "el que alli se      30

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NOVELAS EXEMPLARES


assomó aora es el duque de Ferrara, que mal
le puede encubrir la riqueza de su sombrero."
"En verdad, señora, que el sombrero que vis-
tes no le trae ningun duque; y si quereys des-
engañaros con ver quien le trae, dadle licencia      5
que entre."
"Entre enorabuena" , dixo ella, "aunque, si
no fuesse el duque, mis desdichas serian ma-
yores."
Todas estas razones auia oydo don Iuan, y      10
viendo que tenia licencia de entrar, con el som-
brero en la mano entró en el aposento, y assi
como se le puso delante, y ella conocio no ser
quien dezia el del rico sombrero, con voz tur-
bada y lengua presurosa, dixo:      15
"¡Ay desdichada de mi! , señor mio, dezidme
luego, sin tenerme mas suspensa: ¿conoceys el
dueño desse sombrero?, ¿donde le dexastes, o
como vino a vuestro poder? ¿es viuo por ven-
tura? o ¿son essas las nueuas que me embia de      20
su muerte? ¡Ay bien mio!; ¿que sucessos son
estos? ¡Aqui veo tus prendas! aqui me veo sin
ti encerrada, y en poder que, a no saber que
es de gentileshombres españoles, el temor de
perder mi honestidad, me huuiera quitado la      25
vida."
"Sossegaos, señora" , dixo don Iuan, "que ni
el dueño deste sombrero es muerto, ni estays
en parte donde se os ha de hazer agrauio
alguno, sino seruiros con quanto las fuerças      30
nuestras alcançaren, hasta poner las vidas por
defenderos y ampararos, que no es bien que os

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LA SEÑORA CORNELIA


salga vana la fe que teneys de la bondad de
los españoles; y pues nosotros lo somos, y
principales, que aqui viene bien esta que pa-
rece arrogancia, estad segura que se os guar-
dará el decoro que vuestra presencia merece."      5
"Assi lo creo yo" , respondio ella; "pero, con
todo esso, dezidme, señor, como vino a vues-
tro poder esse rico sombrero, o adonde esta su
dueño, que por lo menos es Alfonso de Este,
duque de Ferrara."      10
Entonces don Iuan, por no tenerla mas sus-
pensa, le conto como le auia hallado en vna
pendencia, y en ella auia fauorecido y ayuda-
do a vn cauallero, que, por lo que ella dezia,
sin duda deuia de ser el duque de Ferrara, y      15
que en la pendencia auia perdido el sombrero
y hallado aquel; y que aquel cauallero le
auia dicho que le guardasse, que era conocido,
y que la refriega se auia concluydo sin quedar
herido el cauallero, ni el tampoco; y que, des-      20
pues de acabada, auia llegado gente, que al pa-
recer deuian de ser criados o amigos del que
el pensaua ser el duque, el qual le auia pedido
le dexasse y se viniesse, "mostrandose muy
agradecido al fauor que yo le auia dado" .      25
"De manera, señora mia, que este rico som-
brero vino a mi poder por la manera que os he
dicho; y su dueño, si es el duque, como vos
dezis, no ha vna hora que le dexé bueno, sano
y saluo; sea esta verdad parte para vuestro      30

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NOVELAS EXEMPLARES


consuelo, si es que le tendreys con saber del
buen estado del duque" .
"Para que sepays, señores, si tengo razon y
causa para preguntar por el, estadme atentos
y escuchad la no se si diga mi desdichada      5
historia."
Todo el tiempo en que esto passó, le entre-
tuuo el ama en paladear al niño con miel, y
en mudarle las mantillas de ricas en pobres; y
ya que lo tuuo todo adereçado, quiso lleuarla      10
en casa de vna partera, como don Iuan se lo
dexó ordenado; y al passar con ella por junto
a la estancia donde estaua la que queria co-
mençar su historia, lloró la criatura de modo
que lo sintio la señora, y leuantandose en pie,      15
pusose atentamente a escuchar, y oyo mas
distintamente el llanto de la criatura, y dixo:
"Señores mios, ¿que criatura es aquella, que
parece recien nacida?"
Don Iuan respondio:      20
"Es vn niño que esta noche nos han echado
a la puerta de casa, y va el ama a buscar quien
le de de mamar."
"Trayganmele aqui, por amor de Dios" , dixo
la señora, "que yo hare essa caridad a los hijos      25
agenos, pues no quiere el cielo que la haga
con los propios."
Llamó don Iuan al ama, y tomole el niño, y
entrosele a la que le pedia, y pusosele en los
braços, diziendo: "Veys aqui, señora, el pre-      30
sente que nos han hecho esta noche, y no ha

                                               P.17
LA SEÑORA CORNELIA


sido este el primero, que pocos meses se pas-
san que no hallamos a los quicios de nuestras
puertas semejantes hallazgos."
Tomole ella en los braços, y mirole atenta-
mente, assi el rostro, como los pobres aunque      5
limpios paños en que venia embuelto, y luego,
sin poder tener las lagrimas, se echó la toca de
la cabeça encima de los pechos para poder dar
con honestidad de mamar a la criatura, y, apli-
candosela a ellos, juntó su rostro con el suyo,      10
y con la leche le sustentaua, y con las lagrimas
le bañaua el rostro; y desta manera estuuo, sin
leuantar el suyo, tanto espacio quanto el niño
no quiso dexar el pecho.
En este espacio, guardauan todos quatro si-      15
lencio: el niño mamaua, pero no era ansi,
porque las recien paridas no pueden dar el
pecho y assi, cayendo en la cuenta la que se
lo daua, se le boluio a don Iuan, diziendo:
"En valde me he mostrado caritatiua; bien      20
parezco nueua en estos casos; hazed, señor, que
a este niño le paladeen con vn poco de miel, y
no consintays que a estas horas le lleuen por
las calles; dexad llegar el dia, y, antes que le
lleuen, bueluanmele a traer, que me consuelo      25
en verle."
Boluio el niño don Iuan al ama, y ordenole
le entretuuiesse hasta el dia, y que le pusiesse
las ricas mantillas con que le auia traydo, y
que no le lleuasse, sin primero dezirselo.      30

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NOVELAS EXEMPLARES


Y boluiendo a entrar, y estando los tres so-
los, la hermosa dixo:
"Si quereys que hable, dadme primero algo
que coma, que me desmayo, y tengo bastante
ocasion para ello."      5
Acudio prestamente don Antonio a vn escri-
torio, y sacó del muchas conseruas, y de algu-
nas comio la desmayada, y beuio vn vidrio de
agua fria, con que boluio en si, y algo sosse-
gada, dixo:      10
"Sentaos, señores, y escuchadme."
Hizieronlo ansi, y ella, recogiendose enci-
ma del lecho, y abrigandose bien con las faldas
del vestido, dexó descolgar por las espaldas vn
velo que en la cabeça traia, dexando el rostro      15
essento y descubierto, mostrando en el el mis-
mo de la luna, o, por mejor dezir, del mismo
sol, quando mas hermoso y mas claro se mues-
tra; llouianle liquidas perlas de los ojos, y lim-
piauaselas con vn lienço blanquissimo, y con      20
vnas manos tales, que entre ellas y el lienço
fuera de buen juyzio el que supiera diferenciar
la blancura.
Finalmente, despues de auer dado muchos
suspiros, y despues de auer procurado sossegar      25
algun tanto el pecho, con voz algo doliente y
turbada, dixo:
"Yo, señores, soy aquella que muchas vezes
aureys sin duda alguna oydo nombrar por ahi,
porque la fama de mi belleza, tal qual ella es,      30
pocas lenguas ay que no la publiquen. Soy, en

                                               P.19
LA SEÑORA CORNELIA


efeto, Cornelia Bentibolli, hermana de Lorenço
Bentibolli, que, con deziros esto, quiza aure
dicho dos verdades: la vna de mi nobleza, la
otra de mi hermosura. De pequeña edad quedé
huerfana de padre y madre, en poder de mi      5
hermano, el qual desde niña puso en mi guarda
al recato mismo, puesto que mas confiaua de
mi honrada condicion, que de la solicitud que
ponia en guardarme. Finalmente, entre paredes
y entre soledades, acompañadas no mas que      10
de mis criadas, fuy creciendo, y juntamente
conmigo crecia la fama de mi gentileza, sacada
en publico de los criados, y de aquellos que
en secreto me tratauan, y de vn retrato que
mi hermano mandó hazer a vn famoso pin-      15
tor, para que, como el dezia no quedasse sin
mi el mundo, ya que el cielo a mejor vida
me lleuasse; pero todo esto fuera poca parte
para apresurar mi perdicion, si no suce-
diera venir el duque de Ferrara a ser padrino      20
de vnas bodas de vna prima mia, donde me
lleuó mi hermano con sana intencion y por
honra de mi parienta; alli miré, y fuy vista;
alli, segun creo, rendi coraçones, auassallé vo-
luntades; alli senti que dauan gusto las ala-      25
banças, aunque fuessen dadas por lisongeras
lenguas; alli, finalmente, vi al duque, y el me
vio a mi, de cuya vista ha resultado verme
aora como me veo.
"No os quiero dezir, señores, porque seria      30

                                               P.20
NOVELAS EXEMPLARES


proceder en infinito, los terminos, las tra-
zas y los modos por donde el duque y yo
venimos a conseguir, al cabo de dos años, los
desseos que en aquellas bodas nacieron; porque
ni guardas, ni recatos, ni honrosas amonesta-      5
ciones, ni otra humana diligencia fue bastante
para estoruar el juntarnos, que en fin huuo de
ser, debaxo de la palabra que el me dio de
ser mi esposo, porque sin ella fuera impossible
rendir la roca de la valerosa y honrada pre-      10
suncion mia. Mil vezes le dixe que publica-
mente me pidiesse a mi hermano, pues no era
possible que me negasse, y que no auia
que dar disculpas al vulgo de la culpa que
le pondrian de la desygualdad de nuestro ca-      15
samiento, pues no desmentia en nada la no-
bleza del linage Bentibolli a la suya Estense.
A esto me respondio con escusas, que yo las
tuue por bastantes y necessarias, y confiada
como rendida, crey como enamorada, y entre-      20
gueme de toda mi voluntad a la suya, por
intercession de vna criada mia, mas blanda
a las dadiuas y promessas del duque que lo
que deuia a la confiança que de su fidelidad
mi hermano hazia.      25
"En resolucion, a cabo de pocos dias, me
senti preñada, y antes que mis vestidos mani-
festassen mis libertades - por no darles otro
nombre - me fingi enferma y malencolica,

                                               P.21
LA SEÑORA CORNELIA


y hize con mi hermano me truxesse en casa de
aquella mi prima, de quien auia sido pa-
drino el duque. Alli le hize saber en el termino
en que estaua, y el peligro que me amenazaua,
y la poca seguridad que tenia de mi vida, por      5
tener barruntos de que mi hermano sospechaua
mi desemboltura. Quedó de acuerdo entre los
dos que, en entrando en el mes mayor se lo
auisasse, que el vendria por mi con otros ami-
gos suyos, y me lleuaria a Ferrara, donde en la      10
sazon que esperaua, se casaria publicamente
conmigo; esta noche en que estamos fue la del
concierto de su venida, y esta misma noche, es-
tandole esperando, senti passar a mi hermano
con otros muchos hombres, al parecer armados,      15
segun les cruxian las armas, de cuyo sobresalto,
de improuiso me sobreuino el parto, y en vn
instante pari vn hermoso niño. Aquella criada
mia, sabidora y medianera de mis hechos, que
estaua ya preuenida para el caso, emboluio la      20
criatura en otros paños que no los que tiene
la que a vuestra puerta echaron; y saliendo a la
puerta de la calle, la dio- a lo que ella dixo- a
vn criado del duque. Yo, desde alli a vn poco
acomodandome lo mejor que pude segun la      25
presente necessidad; sali de la casa, creyendo
que estaua en la calle el duque; y no lo deuiera
hazer hasta que el llegara a la puerta mas el
miedo que me auia puesto la quadrilla armada
de mi hermano, creyendo que ya esgrimia su      30

                                               P.22
NOVELAS EXEMPLARES


espada sobre mi cuello, no me dexó hazer otro
mejor discurso, y assi, desatentada y loca, sali
donde me sucedio lo que aueys visto. Y aun-
que me veo sin hijo y sin esposo, y con temor
de peores sucessos, doy gracias al cielo, que      5
me ha traydo a vuestro poder, de quien me
prometo todo aquello que de la cortesia espa-
ñola puedo prometerme, y mas de la vuestra,
que la sabreys realçar, por ser tan nobles como
pareceys."      10
Diziendo esto, se dexó caer del todo encima
del lecho, y acudiendo los dos a ver si se des-
mayaua, vieron que no, sino que amargamente
lloraua, y dixole don Iuan:
"Si hasta aqui, hermosa señora, yo y don      15
Antonio, mi camarada, os teniamos compas-
sion y lastima, por ser muger, aora que sabe-
mos vuestra calidad, la lastima y compassion
passa a ser obligacion precisa de serui-
ros; cobrad animo, y no desmayeys, y aunque      20
no acostumbrada a semejantes casos, tanto
mas mostrareys quien soys, quanto mas con
paciencia supieredes lleuarlos; creed, señora,
que imagino que estos tan estraños sucessos
han de tener vn felize fin, que no han de      25
permitir los cielos que tanta belleza se goze
mal, y tan honestos pensamientos se mal lo-
gren. Acostaos, señora, y curad de vuestra
persona, que lo aueys menester, que aqui en-
trará vna criada nuestra que os sirua, de quien      30

                                               P.23
LA SEÑORA CORNELIA


podeys hazer la misma confiança que de
nuestras personas; tan bien sabra tener en
silencio vuestras desgracias, como acudir a
vuestras necessidades
"Tal es la que tengo, que a cosas mas difi-      5
cultosas me obliga" , respondio ella; "entre, se-
ñor, quien vos quisieredes, que, encaminada
por vuestra parte, no puedo dexar de tenerla
muy buena en la que menester huuiere; pero
con todo esso os suplico que no me vean mas      10
que vuestra criada."
"Assi sera", respondio don Antonio, y dexan-
dola sola, se salieron; y don Iuan dixo al ama
que entrasse dentro y lleuasse la criatura con
los ricos paños, si se los auia puesto; el ama      15
dixo que si, y que ya estaua de la misma ma-
nera que el la auia traydo.
Entró el ama, aduertida de lo que auia de res-
ponder a lo que acerca de aquella criatura
la señora que hallaria alli dentro le pregun-      20
tasse.
En viendola Cornelia, le dixo; "Vengays en
buenora, amiga mia, dadme essa criatura, y lle-
gadme aqui essa vela."
Hizolo assi el ama, y tomando el niño Cor-      25
nelia en sus braços, se turbó toda, y le miró
ahincadamente, y dixo al ama: "Dezidme, se-
ñora, este niño, y el que me traxistes, o me
truxeron poco ha, es todo vno? "

                                               P.24
NOVELAS EXEMPLARES


"Si, señora" , respondio el ama.
"¿Pues como trae tan trocadas las mantillas?"
replicó Cornelia; "en verdad, amiga, que me
parece, o que estas son otras mantillas, o que
esta no es la misma criatura."      5
"Todo podia ser" , respondio el ama.
"Pecadora de mi" , dixo Cornelia" , ¿como
todo podia ser? ¿Como es esto, ama mia, que,
el coraçon me rebienta en el pecho, hasta sa-
ber este trueco?; dezidmelo, amiga, por todo      10
aquello que bien quereys; digo, que me digays
de donde aueys auido estas tan ricas mantillas,
porque os hago saber que son mias, si la vista
no me miente, o la memoria no se acuerda.
Con estas mismas, o otras semejantes, entre-      15
gué yo a mi donzella la prenda querida de mi
alma; ¿quien se las quitó, ¡ay desdichada!, y
quien las truxo aqui? ¡ay sin ventura!"
Don Iuan y don Antonio, que todas estas
quexas escuchauan, no quisieron que mas ade-      20
lante passasse en ellas, ni permitieron que el
engaño de las trocadas mantillas mas la tu-
uiesse en pena, y assi entraron, y don Iuan
le dixo: "Essas mantillas, y esse niño, son
cosa vuestra, señora Cornelia" , y luego le      25
conto, punto por punto, como el auia sido
la persona a quien su donzella auia dado el
niño, y de como le auia traydo a casa,
con la orden que auia dado al ama del trueco
de las mantillas, y la ocasion por que lo auia      30
hecho, aunque despues que le conto su parto,

                                               P.25
LA SEÑORA CORNELIA


siempre tuuo por cierto que aquel era su hijo;
y que si no se lo auia dicho, auia sido por-
que tras el sobresalto del estar en duda de
conocerle, sobreuiniesse la alegria de auerle
conocido.      5
Alli fueron infinitas las lagrimas de alegria de
Cornelia, infinitos los besos que dio a su hijo,
infinitas las gracias que rindio a sus fauore-
cedores, llamandolos angeles humanos de su
guarda, y otros titulos que de su agradecimien-      10
to dauan notoria muestra.
Dexaronla con el ama, encomendandola mi-
rasse por ella, y la siruiesse quanto fuesse
possible, aduirtiendola en el termino en que es-
taua, para que acudiesse a su remedio, pues      15
ella, por ser muger, sabia mas de aquel menes-
ter que no ellos.
Con esto se fueron a reposar lo que faltaua
de la noche, con intencion de no entrar en el
aposento de Cornelia, si no fuesse, o que ella      20
los llamasse, o a necessidad precisa. Vino el
dia, y el ama truxo a quien secretamente, y a
escuras, diesse de mamar al niño, y ellos pre-
guntaron por Cornelia; dixo el ama que repo-
saua vn poco. Fueronse a las escuelas, y passa-      25
ron por la calle de la pendencia y por la casa
de donde auia salido Cornelia, por ver si era
ya publica su falta, o si se hazian corrillos
della; pero en ningun modo sintieron ni oye-
ron cosa, ni de la riña, ni de la ausencia de      30
Cornelia. Con esto, oydas sus lecciones, se bol-
uieron a su posada.

                                               P.26
NOVELAS EXEMPLARES


Llamolos Cornelia con el ama, a quien res-
pondieron que tenian determinado de no po-
ner los pies en su aposento, para que con mas
decoro se guardasse el que a su honestidad se
deuia; pero ella replicó con lagrimas y con rue-      5
gos que entrassen a verla, que aquel era el de-
coro mas conueniente, si no para su remedio, a
lo menos para su consuelo.
Hizieronlo assi, y ella los recibio con rostro
alegre, y con mucha cortesia; pidioles le hi-      10
ziessen merced de salir por la ciudad, y ver si
oian algunas nueuas de su atreuimiento;
respondieronle que ya estaua hecha aquella
diligencia con toda curiosidad, pero que no se
dezia nada.      15
En esto llegó vn page, de tres que tenian, a
la puerta del aposento, y, desde fuera dixo: "A
la puerta esta vn cauallero con dos criados, que
dize se llama Lorenço Bentibolli, y busca a mi
señor don Iuan de Gamboa."      20
A este recado, cerró Cornelia ambos puños
y se los puso en la boca, y por entre ellos salio
la voz baxa y temerosa, y dixo:
"Mi hermano, señores, mi hermano es esse;
sin duda deue de auer sabido que estoy aqui,      25
y viene a quitarme la vida. ¡Socorro, señores, y
amparo!"
"Sossegaos, señora,., le dixo don Antonio,
"que en parte estays, y en poder de quien no
os dexará hazer el menor agrauio del mundo.      30
Acudid vos, señor don Iuan, y mirad lo que

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LA SEÑORA CORNELIA


quiere esse cauallero, y yo me quedaré aqui a
defender, si menester fuere, a Cornelia".
Don Iuan, sin mudar semblante, baxó aba-
xo, y luego don Antonio hizo traer dos pisto-
letes armados, y mandó a los pages que to-      5
massen sus espadas y estuuiessen apercebidos.
El ama, viendo aquellas preuenciones, tem-
blaua; Cornelia, temerosa de algun mal suces-
so, tremia; solos don Antonio y don Iuan
estauan en si, y muy bien puestos en lo que      10
auian de hazer.
En la puerta de la calle halló don Iuan a
don Lorenço, el qual, en viendo a don Iuan,
le dixo:
"Suplico a V. S. - que esta es la merced de      15
Italia - me haga merced de venirse conmigo a
aquella yglesia que esta alli frontero, que tengo
vn negocio que comunicar con V.S., en que me
va la vida y la honra."
"De muy buena gana" , respondio don Iuan;      20
"vamos, señor, donde quisieredes."
Dicho esto, mano a mano, se fueron a la
yglesia, y sentandose en vn escaño, y en parte
donde no pudiessen ser oydos, Lorenço habló
primero y dixo:      25
"Yo, señor español, soy Lorenço Benti-
bolli, si no de los mas ricos, de los principales
desta ciudad; ser esta verdad tan notoria, ser-
uira de disculpa del alabarme yo propio; quedé
huerfano algunos años ha, y quedó en mi po-      30
der vna mi hermana, tan hermosa, que, a no

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NOVELAS EXEMPLARES


tocarme tanto, quiza os la alabara de ma-
nera que me faltaran encarecimientos, por no
poder ningunos corresponder del todo a su be-
lleza. Ser yo honrado, y ella muchacha y her-
mosa, me hazian andar solicito en guardarla;      5
pero todas mis preuenciones y diligencias las
ha defraudado la voluntad arrojada de mi her-
mana Cornelia, que este es su nombre.
"Finalmente, por acortar, por no cansaros,
este que pudiera ser cuento largo, digo que      10
el duque de Ferrara Alfonso de Este, con
ojos de lince, vencio a los de Argos, derri-
bó y triunfó de mi industria, venciendo a mi
hermana, y anoche me la lleuó y sacó de casa
de vna parienta nuestra, y aun dizen que re-      15
cien parida. Anoche lo supe, y anoche le sali
a buscar, y creo que le hallé y acuchillé, pero
fue socorrido de algun angel, que no consintio
que con su sangre sacasse la mancha de mi
agrauio. Hame dicho mi parienta, que es la      20
que todo esto me ha dicho, que el duque en-
gañó a mi hermana debaxo de palabra de
recebirla por muger; esto yo no lo creo, por
ser desygual el matrimonio en quanto a
los bienes de fortuna, que, en los de natura-      25
leza, el mundo sabe la calidad de los Ben-
tibollis de Bolonia. Lo que creo es que el se
atuuo a lo que se atienen los poderosos que
quieren atropellar vna donzella temerosa y re-

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LA SEÑORA CORNELIA


catada, poniendole a la vista el dulce nom-
bre de esposo, haziendola creer que, por cier-
tos respectos, no se desposa luego; men-
tiras aparentes de verdades, pero falsas y mal
intencionadas.      5
"Pero sea lo que fuere, yo me veo sin her-
mana y sin honra, puesto que todo esto, hasta
agora, por mi parte lo tengo puesto debaxo de
la llaue del silencio, y no he querido contar a
nadie este agrauio, hasta ver si le puedo reme-      10
diar y satisfazer en alguna manera, que las infa-
mias mejor es que se presuman y sospechen
que no que se sepan de cierto y distintamente,
que entre el si y el no de la duda, cada vno
puede inclinarse a la parte que mas quisiere, y      15
cada vna tendra sus valedores.
"Finalmente, yo tengo determinado de yr a
Ferrara y pedir al mismo duque la satisfacion
de mi ofensa, y, si la negare, desafiarle sobre
el caso; y esto no ha de ser con esquadrones      20
de gente, pues no los puedo ni formar ni sus-
tentar, sino de persona a persona, para lo qual
querria el ayuda de la vuestra, y que me acom-
pañassedes en este camino, confiado en que lo
hareys, por ser español y cauallero, como ya      25
estoy informado, y por no dar cuenta a ningun
pariente ni amigo mio, de quien no espero sino
consejos y disuasiones, y de vos puedo esperar
los que sean buenos y honrosos, aunque rom-

                                               P.30
NOVELAS EXEMPLARES


pan por qualquier peligro. Vos, señor, me aueys
de hazer merced de venir conmigo, que lleuan-
do vn español a mi lado, y tal como vos me
pareceys, hare cuenta que lleuo en mi guarda
los exercitos de Xerges. Mucho os pido, pero      5
a mas obliga la deuda de responder a lo que la
fama de vuestra nacion pregona."
"No mas, señor Lorenço" , dixo a esta sazon
don Iuan, que hasta alli, sin interrumpirle
palabra, le auia estado escuchando, "no mas,      10
que desde aqui me constituyo por vuestro de-
fensor y consejero, y tomo a mi cargo la satis-
facion o vengança de vuestro agrauio; y esto
no solo por ser español, sino por ser cauallero
y serlo vos tan principal como aueys dicho, y      15
como yo se, y como todo el mundo sabe. Mirad
quando quereys que sea nuestra partida, y seria
mejor que fuesse luego, porque el hierro se ha
de labrar mientras estuuiere encendido, y el
ardor de la colera acrecienta el animo, y la in-      20
juria reciente despierta la vengança."
Leuantose Lorenço y abraçó apretada-
mente a don Iuan, [y] dixo:
"A tan generoso pecho como el vuestro, se-
ñor don Iuan, no es menester mouerle, con      25
ponerle otro interes delante que el de la honra
que ha de ganar en este hecho, la qual desde
aqui os la doy, si salimos felizemente deste

                                               P.31
LA SEÑORA CORNELIA


caso, y, por añadidura, os ofrezco quanto tengo,
puedo y valgo; la yda quiero que sea mañana,
porque oy pueda preuenir lo necessario para
ella."
"Bien me parece" , dixo don Iuan, "y dadme      5
licencia, señor Lorenço, que yo pueda dar
cuenta deste hecho a vn cauallero camarada
mia, de cuyo valor y silencio os podeys pro-
meter harto mas que del mio."
"Pues vos, señor don Iuan, segun dezis,      10
aueys tomado mi honra a vuestro cargo, dis-
poned della como quisieredes, y dezid della lo
que quisieredes y a quien quisieredes, quanto
mas que camarada vuestra, ¿quien puede ser
que muy bueno no sea?"      15
Con esto, se abraçaron y despidieron, que-
dando que otro dia por la mañana le embia-
ria a llamar, para que fuera de la ciudad se
pusiessen a cauallo, y siguiessen disfraçados
su jornada. Boluio don Iuan, y dio cuenta a      20
don Antonio y a Cornelia de lo que con Lo-
renço auia passado y el concierto que quedaua
hecho.
"¡Valame Dios!" , dixo Cornelia, "¡grande es
señor, vuestra cortesia, y grande vuestra con-      25
fiança! ¿Como, y tan presto os aueys arrojado a
emprender vna hazaña llena de inconuenien-
tes? ¿Y que sabeys vos, señor, si os lleua mi
hermano a Ferrara o a otra parte? Pero donde
quiera que os lleuare, bien podeys hazer cuen-      30
ta que va con vos la fidelidad misma, aunque
yo, como desdichada, en los atomos del sol

                                               P.32
NOVELAS EXEMPLARES


tropieço, de qualquier sombra temo, y ¿no que-
reys que tema, si esta puesta en la respuesta
del duque mi vida o mi muerte?; ¿y que se yo
si respondera tan atentadamente que la colera
de mi hermano se contenga en los limites de      5
su discrecion?; y, quando salga, ¿pareceos que
tiene flaco enemigo? ¿Y no os parece que los
dias que tardaredes he de quedar colgada,
temerosa y suspensa, esperando las dulces o
amargas nueuas del sucesso? ¿Quiero yo tan      10
poco al duque o a mi hermano, que de qual-
quiera de los dos no tema las desgracias y las
sienta en el alma?"
"Mucho discurris y mucho temeys, señora
Cornelia" , dixo don Iuan, "pero dad lugar      15
entre tantos miedos a la esperança, y fiad en
Dios, en mi industria y buen desseo, que aueys
de ver, con toda felizidad, cumplido el vues-
tro; la yda de Ferrara no se escusa, ni el dexar
de ayudar yo a vuestro hermano, tampoco.      20
Hasta agora no sabemos la intencion del du-
que, ni tampoco si el sabe vuestra falta, y todo
esto se ha de saber de su boca, y nadie se lo
podra preguntar como yo. Y entended, señora
Cornelia, que la salud y contento de vuestro      25
hermano, y el del duque, lleuo puestos en las
niñas de mis ojos; yo miraré por ellos como
por ellas."
"Si assi os da el cielo, señor don Iuan" , res-
pondio Cornelia, "poder para remediar, como      30
gracia para consolar en medio destos mis tra-

                                               P.33
LA SEÑORA CORNELIA


bajos, me cuento por bien afortunada; ya que-
rria veros yr y boluer, por mas que el temor
me aflija en vuestra ausencia, o la esperança
me suspenda."
Don Antonio aprouo la determinacion de      5
don Iuan, y le alabó la buena correspondencia
que en el auia hallado la confiança de Lorenço
Bentibolli. Dixole mas, que el queria yr a
acompañarlos, por lo que podia suceder.
"Esso no" , dixo don Iuan, "assi porque no      10
sera bien que la señora Cornelia quede sola,
como porque no piense el señor Lorenço que
me quiero valer de esfuerços agenos."
"El mio es el vuestro mismo" , replicó don An-
tonio, "y assi, aunque sea desconocido y des-      15
de lexos, os tengo de seguir, que la señora
Cornelia se que gustará dello, y no queda tan
sola que le falte quien la sirua, la guarde y
acompañe."
A lo qual Cornelia dixo: "Gran consuelo sera      20
para mi, señores, si se que vays juntos o, a lo
menos, de modo que os fauorezcays el vno al
otro, si el caso lo pidiere; y pues al que vays a
mi se me semeja ser de peligro, hazedme mer-
ced, señores, de lleuar estas reliquias con vo-      25
sotros" , y diziendo esto, sacó del seno vna cruz
de diamantes, de inestimable valor, y vn Agnus
de oro, tan rico como la cruz.
Miraron los dos las ricas joyas, y aprecia-
ronlas aun mas que lo que auian apreciado el      30
cintillo, pero boluieronselas, no queriendo to-
marlas en ninguna manera, diziendo que ellos

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NOVELAS EXEMPLARES


lleuarian reliquias consigo, si no tan bien
adornadas, a lo menos, en su calidad, tan bue-
nas. Pesole a Cornelia el no aceptarlas, pero
al fin huuo de estar a lo que ellos querian.
El ama tenia gran cuydado de regalar a      5
Cornelia, y sabiendo la partida de sus amos,
de que le dieron cuenta, pero no a lo que
yuan, ni a donde yuan, se encargó de mirar
por la señora, cuyo nombre aun no sabia, de
manera, que sus mercedes no hiziessen falta.      10
Otro dia bien de mañana, ya estaua Lorenço
a la puerta, y don Iuan de camino, con el
sombrero del cintillo, a quien adornó de plu-
mas negras y amarillas, y cubrio el cintillo con
vna toquilla negra. Despidiose de Cornelia, la      15
qual, imaginando que tenia a su hermano tan
cerca, estaua tan temerosa, que no acerto a
dezir palabra a los dos, que della se despi-
dieron.
Salio primero don Iuan, y con Lorenço se      20
fue fuera de la ciudad, y en vna huerta algo
desuiada hallaron dos muy buenos cauallos,
con dos moços, que de diestro los tenian. Su-
bieron en ellos, y los moços delante, por sen-
das y caminos desusados, caminaron a Ferra-      25
ra. Don Antonio, sobre vn quartago suyo, y
otro vestido, y dissimulado, los seguia, pero
pareciole que se recatauan del, especialmente
Lorenço, y assi acordo de seguir el camino de-

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LA SEÑORA CORNELIA


recho de Ferrara, con seguridad que alli los en-
contraria.
Apenas huuieron salido de la ciudad, quan-
do Cornelia dio cuenta al ama de todos sus su-
cessos, y de como aquel niño era suyo y del      5
duque de Ferrara, con todos los puntos que
hasta aqui se han contado, tocantes a su histo-
ria, no encubriendole como el viage que lleua-
uan sus señores era a Ferrara, acompañando a
su hermano, que yua a desafiar al duque Al-      10
fonso.
Oyendo lo qual el ama - como si el demo-
nio se lo mandara, para intricar, estoruar o di-
latar el remedio de Cornelia - dixo:
"¡Ay señora de mi alma!, ¿y todas essas cosas      15
han passado por vos, y estaysos aqui descuyda-
da y a pierna tendida? o no teneys alma, o te-
neysla tan desmazalada, que no siente; como,
¿y pensays vos, por ventura, que vuestro her-
mano va a Ferrara?; no lo penseys, sino pensad      20
y creed que ha querido lleuar a mis amos de
aqui y ausentarlos desta casa, para boluer
a ella y quitaros la vida, que lo podra hazer,
como quien beue vn jarro de agua. ¡Mirá de-
baxo de que guarda y amparo quedamos, sino      25
en la de tres pages, que harto tienen ellos que
hazer en rascarse la sarna de que estan llenos,
que en meterse en dibuxos!; a lo menos de mi
se dezir, que no tendre animo para esperar el
sucesso y ruyna que a esta casa amenaza. ¿El      30
señor Lorenço italiano, y que se fie de españo-

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NOVELAS EXEMPLARES


les, y les pida fauor y ayuda? Para mi ojo,
si tal crea - y diose ella misma vna higa -.
Si vos, hija mia, quisiessedes tomar mi consejo,
yo os le daria tal, que os luziesse."
Pasmada, atonita y confusa estaua Cornelia,      5
oyendo las razones del ama, que las dezia con
tanto ahinco, y con tantas muestras de temor,
que le parecio ser todo verdad lo que le dezia,
y quiza estauan muertos don Iuan y don
Antonio, y que su hermano entraua por aque-      10
llas puertas, y la cosia a puñaladas.
Y assi le dixo:
"¿Y que consejo me dariades vos, amiga,
que fuesse saludable, y que preuiniesse la so-
brestante desuentura?"      15
"¡Y como que le dare tal, y tan bueno, que
no pueda mejorarse!" , dixo el ama."Yo, señora,
he seruido a vn piouano, a vn cura, digo, de
vna aldea, que esta dos millas de Ferrara; es
vna persona santa y buena, y que hara por mi      20
todo lo que yo le pidiere, porque me tiene obli-
gacion mas que de amo; vamonos alla, que yo
buscare quien nos lleue luego, y la que viene
a dar de mamar al niño es muger pobre, y se
yra con nosotras al cabo del mundo; y ya, se-      25
ñora, que presupongamos que has de ser
hallada, mejor sera que te hallen en casa de vn
sacerdote de missa, viejo y honrado, que en
poder de dos estudiantes moços y españoles,
que los tales, como yo soy buen testigo, no      30

                                               P.37
LA SEÑORA CORNELIA


desechan ripio; y agora, señora, como estas
mala, te han guardado respecto, pero si
sanas, y conualezes en su poder, Dios lo
podra remediar. Porque en verdad, que si a
mi no me huuieran guardado mis repulsas,      5
desdenes y enterezas, ya huuieran dado con-
migo y con mi honra al traste, porque no es
todo oro lo que en ellos reluze; vno dizen y
otro piensan; pero hanlo auido conmigo, que
soy taymada, y se do me aprieta el çapato, y      10
sobre todo soy bien nacida, que soy de los
Cribelos de Milan, y tengo el punto de la
honra diez millas mas alla de las nubes; y en
esto se podra echar de ver, señora mia, las
calamidades que por mi han passado, pues con      15
ser quien soy, he venido a ser masara de
españoles, a quien ellos llaman ama, aunque
a la verdad no tengo de que quexarme de
mis amos, porque son vnos benditos, como no
esten enojados; y en esto parecen vizcaynos,      20
como ellos dizen que lo son. Pero quiza
para consigo seran gallegos, que es otra
nacion, segun es fama, algo menos puntual
y bien mirada que la vizcayna."
En efeto, tantas y tales razones le dixo, que      25
la pobre Cornelia se dispuso a seguir su pare-
cer; y assi, en menos de quatro horas, dispo-
niendolo el ama, y consintiendolo ella, se vie-

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NOVELAS EXEMPLARES


ron dentro de vna carroza las dos, y la ama
del niño, y, sin ser sentidas de los pages, se
pusieron en camino para la aldea del cura; y
todo esto se hizo a persuasion del ama, y con
sus dineros, porque auia poco que la auian pa-      5
gado sus señores vn año de su sueldo, y assi
no fue menester empeñar vna joya que Cor-
nelia le daua.
Y como auian oydo dezir a don Iuan que el
y su hermano no auian de seguir el camino      10
derecho de Ferrara, sino por sendas apartadas,
quisieron ellas seguir el derecho, y poco a poco,
por no encontrarse con ellos, y el dueño de la
carroza se acomodó al paso de la volun-
tad de ellas, porque le pagaron al gusto de      15
la suya.
Dexemoslas yr, que ellas van tan atreuidas,
como bien encaminadas, y sepamos que les
sucedio a don Iuan de Gamboa y al señor Lo-
renço Bentibolli, de los quales se dize que en      20
el camino supieron que el duque no estaua en
Ferrara, sino en Bolonia, y assi, dexando el
rodeo que lleuauan, se vinieron al camino real,
o a la estrada maestra, como alla se dize,
considerando que aquella auia de traer el du-      25
que, quando de Bolonia boluiesse. Y a poco
espacio que en ella auian entrado, auiendo
tendido la vista hazia Bolonia, por ver si por
el alguno venia, vieron vn tropel de gente de

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LA SEÑORA CORNELIA


a cauallo, y entonces dixo don Iuan a Lorenço
que se desuiasse del camino, porque si acaso
entre aquella gente viniesse el duque, le queria
hablar alli antes que se encerrasse en Ferrara,
que estaua poco distante.      5
Hizolo assi Lorenço, y aprouo el parecer de
don Iuan. Assi como se apartó Lorenço, quitó
don Iuan la toquilla que encubria el rico cin-
tillo, y esto no sin falta de discreto discurso,
como el despues lo dixo.      10
En esto, llegó la tropa de los caminantes, y
entre ellos venia vna muger sobre vna pia,
vestida de camino y el rostro cubierto con vna
mascarilla, o por mejor encubrirse, o por guar-
darse del sol y del ayre.      15
Paró el cauallo don Iuan en medio del cami-
no, y estuuo con el rostro descubierto a que
llegassen los caminantes; y en llegando cerca,
el talle, el brio, el poderoso cauallo, la bizarria
del vestido, y las luzes de los diamantes, lleua-      20
ron tras si los ojos de quantos alli venian, es-
pecialmente los del duque de Ferrara, que era
vno dellos, el qual, como puso los ojos en el
cintillo, luego se dio a entender que el que
le traia era don Iuan de Gamboa, el que le auia      25
librado en la pendencia; y tan de veras apre-
hendio esta verdad, que, sin hazer otro discurso,
arremetio su cauallo hazia don Iuan, diziendo:
"No creo que me engañaré en nada, señor
cauallero, si os llamo don Iuan de Gamboa,      30
que vuestra gallarda disposicion y el adorno
desse capelo me lo estan diziendo."

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NOVELAS EXEMPLARES


"Assi es la verdad" , respondio don Iuan,
"porque jamas supe ni quise encubrir mi nom-
bre; pero dezidme, señor, quien soys, porque
yo no cayga en alguna descortesia."
"Esso sera impossible" , respondio el duque,      5
"que para mi tengo que no podeys ser descor-
tes en ningun caso; con todo esso os digo,
señor don Iuan, que yo soy el duque de Ferra-
ra, y el que esta obligado a seruiros todos los
dias de su vida, pues no ha quatro noches que      10
vos se la distes."
No acabó de dezir esto el duque, quando
don Iuan, con estraña ligereza, saltó del caua-
llo y acudio a besar los pies del duque; pero
por presto que llegó, ya el duque estaua fuera      15
de la silla, de modo que se acabó de apear
en braços don Iuan.
El señor Lorenço, que desde algo lexos mi-
raua estas ceremonias, no pensando que lo
eran de cortesia, sino de colera, arremetio su      20
cauallo; pero en la mitad del repelon le detuuo,
porque vio abraçados muy estrechamente al
duque y a don Iuan- que ya auia conocido
al duque-; el duque, por cima de los ombros
de don Iuan, miró a Lorenço, y conociole, de      25
cuyo conocimiento algun tanto se sobresaltó,
y, assi como estaua abraçado, preguntó a don
Iuan si Lorenço Bentibolli, que alli estaua, ve-
nia con el o no.
A lo qual don Iuan respondio:      30
"Apartemonos algo de aqui, y contarele a V.
Excelencia grandes cosas."

                                               P.41
LA SEÑORA CORNELIA


Hizolo assi el duque, y don Iuan le dixo:
"Señor, Lorenço Bentibolli, que alli veys, tiene
vna quexa de vos no pequeña: dize que aura
quatro noches que le sacastes a su hermana la
señora Cornelia de casa de vna prima suya, y      5
que la aueys engañado y deshonrado, y quiere
saber de vos que satisfacion le pensays hazer,
para que el vea lo que le conuiene. Pidiome
que fuesse su valedor y medianero; yo se lo
ofreci, porque, por los barruntos que el me      10
dio de la pendencia, conoci que vos, señor, era-
des el dueño deste cintillo, que, por liberalidad
y cortesia vuestra, quisistes que fuesse mio; y
viendo que ninguno podia hazer vuestras par-
tes mejor que yo, como ya he dicho, le ofreci      15
mi ayuda. Querria yo agora, señor, me dixesse-
des lo que sabeys acerca deste caso, y si es
verdad lo que Lorenço dize."
"¡Ay, amigo!" , respondio el duque, "es tan
verdad, que no me atreueria a negarla,      20
aunque quisiesse; yo no he engañado ni sa-
cado a Cornelia, aunque se que falta de la
casa que dize; no la he engañado, porque la
tengo por mi esposa; no la he sacado, por-
que no se della; si publicamente no celebré      25
mis desposorios, fue porque aguardaua que
mi madre, que esta ya en lo vltimo, passasse
desta a mejor vida, que tiene desseo que sea
mi esposa la señora Liuia, hija del duque de
Mantua, y por otros inconuenientes, quiza mas      30

                                               P.42
NOVELAS EXEMPLARES


eficazes que los dichos, y no conuiene que
aora se digan. Lo que passa es, que la noche
que me socorristes la auia de traer a Ferrara,
porque estaua ya en el mes de dar a luz la
prenda que ordenó el cielo que en ella deposi-      5
tasse; o ya fuesse por la riña, o ya por mi des-
cuydo, quando llegué a su casa, hallé que salia
della la secretaria de nuestros conciertos. Pre-
guntele por Cornelia, dixome que ya auia sali-
do, y que aquella noche auia parido vn niño el      10
mas bello del mundo, y que se le auia dado a vn
Fabio mi criado. La donzella es aquella que alli
viene; el Fabio esta aqui, y el niño y Corne-
lia no parecen. Yo he estado estos dos dias en
Bolonia, esperando y escudriñando oyr algunas      15
nueuas de Cornelia, pero no he sentido nada."
"De modo, señor" , dixo don Iuan, "quando
Cornelia y vuestro hijo pareciessen ¿no nega-
reys ser vuestra esposa, y el vuestro hijo?"
"No por cierto, porque, aunque me precio de      20
cauallero, mas me precio de christiano, y
mas, que Cornelia es tal, que merece ser seño-
ra de vn reyno. Pareciesse ella, y viua o muera
mi madre, que el mundo sabra que, si supe ser
amante, supe, la fe que di en secreto, guardarla      25
en publico."
"Luego ¿bien direys" , dixo don Iuan, "lo
que a mi me aueys dicho, a vuestro hermano
el señor Lorenço?"

                                               P.43
LA SEÑORA CORNELIA


"Antes me pesa" , respondio el duque, "de
que tarde tanto en saberlo."
Al instante hizo don Iuan de señas a Loren-
ço que se apeasse y viniesse donde ellos esta-
uan, como lo hizo, bien ageno de pensar la bue-      5
na nueua que le esperaua.
Adelantose el duque a recebirle con los bra-
ços abiertos, y la primera palabra que le dixo,
fue llamarle hermano.
Apenas supo Lorenço responder a salutacion      10
tan amorosa, ni a tan cortes recibimiento; y
estando assi suspenso, antes que hablasse pa-
labra, don Iuan le dixo:
"El duque, señor Lorenço, confiessa la con-
uersacion secreta que ha tenido con vuestra      15
hermana la señora Cornelia. Confiessa assimis-
mo que es su legitima esposa, y que, como lo
dize aqui, lo dira publicamente, quando se ofre-
ciere. Concede assimismo, que fue quatro no-
ches a sacarla de casa de su prima, para traerla      20
a Ferrara y aguardar coyuntura de celebrar sus
bodas, que las ha dilatado por justissimas cau-
sas que me ha dicho. Dize assimismo la pen-
dencia que con vos tuuo, y que, quando fue
por Cornelia, encontro con Sulpicia su donzella,      25
que es aquella muger que alli viene, de quien
supo que Cornelia no auia vna hora que auia
parido, y que ella dio la criatura a vn criado
del duque, y que luego Cornelia, creyendo que
estaua alli el duque, auia salido de casa medro-      30
sa, porque imaginaua que ya vos, señor Loren-

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NOVELAS EXEMPLARES


ço, sabiades sus tratos. Sulpicia no dio el niño
al criado del duque, sino a otro en su cambio.
Cornelia no parece, el se culpa de todo, y dize
que cada y quando que la señora Cornelia pa-
rezca, la recebira como a su verdadera esposa.      5
Mirad, señor Lorenço, si ay mas que dezir, ni
mas que dessear, si no es el hallazgo de las dos
tan ricas, como desgraciadas prendas."
A esto respondio el señor Lorenço, arrojan-
dose a los pies del duque, que porfiaua por      10
leuantarlo:
"De vuestra christiandad y grandeza, se-
renissimo señor y hermano mio, no podiamos
mi hermana y yo esperar menor bien del que
a entrambos nos hazeys; a ella en ygualarla      15
con vos, y a mi en ponerme en el numero de
vuestro."
Ya en esto se le arrasauan los ojos de lagri-
mas, y al duque lo mismo, enternecidos: el vno
con la perdida de su esposa, y el otro con el      20
hallazgo de tan buen cuñado. Pero considera-
ron que parecia flaqueza dar muestras con la-
grimas de tanto sentimiento, las reprimieron y
boluieron a encerrar en los ojos, y los de don
Iuan, alegres, casi les pedian las albricias de      25
auer parecido Cornelia y su hijo, pues los de-
xaua en su misma casa.
En esto estauan, quando se descubrio don
Antonio de Ysunça, que fue conocido de don
Iuan en el quartago, desde algo lexos; pero      30
quando llegó cerca, se paró, y vio los cauallos

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LA SEÑORA CORNELIA


de don Iuan y de Lorenço, que los moços te-
nian de diestro, y, aculla desuiados, conocio a
don Iuan y a Lorenço, pero no al duque, y
no sabia que hazerse, si llegaria o no adonde
don Iuan estaua. Llegandose a los criados del      5
duque, les preguntó si conocian aquel caua-
llero que con los otros dos estaua - señalando
al duque -, fuele respondido ser el duque de
Ferrara, con que quedó mas confuso y menos
sin saber que hazerse; pero sacole de su per-      10
plexidad don Iuan, llamandole por su nombre.
Apeose don Antonio, viendo que todos esta-
uan a pie, y llegose a ellos; recibiole el duque
con mucha cortesia, porque don Iuan le dixo
que era su camarada. Finalmente, don Iuan      15
conto a don Antonio todo lo que con el duque
le auia sucedido hasta que el llegó.
Alegrose en estremo don Antonio, y dixo a
don Iuan:
"¿Por que, señor don Iuan, no acabays de      20
poner la alegria y el contento destos señores
en su punto, pidiendo las albricias del hallazgo
de la señora Cornelia y de su hijo?"
"Si vos no llegarades, señor don Antonio, yo
las pidiera; pero pedidlas vos, que yo seguro      25
que os las den de muy buena gana."
Como el duque y Lorenço oyeron tratar del
hallazgo de Cornelia y de albricias, pregunta-
ron que era aquello.
"¿Que ha de ser" , respondio don Antonio,      30
"sino que yo quiero hazer vn personage en esta
tragica comedia, y ha de ser el que pide las

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NOVELAS EXEMPLARES


albricias del hallazgo de la señora Cornelia y
de su hijo, que quedan en mi casa?" , y luego
les conto punto por punto todo lo que hasta
aqui se ha dicho, de lo qual el duque y el se-
ñor Lorenço recibieron tanto plazer y gusto,      5
que don Lorenço se abraçó con don Iuan, y el
duque con don Antonio.
El duque prometio todo su estado en albri-
cias, y el señor Lorenço su hazienda, su
vida y su alma.      10
Llamaron a la donzella que entregó a don
Iuan la criatura, la qual, auiendo conocido a
Lorenço, estaua temblando. Preguntaronle
si conoceria al hombre a quien auia dado el
niño; dixo que no, sino que ella le auia pre-      15
guntado si era Fabio, y el auia respondido que
si, y con esta buena fe se le auia entregado.
"Assi es la verdad" , respondio don Iuan,
"y vos, señora, cerrastes la puerta luego, y me
dixistes que la pusiesse en cobro y diesse lue-      20
go la buelta."
"Assi es, señor" , respondio la donzella llo-
rando.
Y el duque dixo:
"Ya no son menester lagrimas aqui, sino      25
jubilos y fiestas. El caso es que yo no tengo de
entrar en Ferrara, sino dar la buelta luego a
Bolonia, porque todos estos contentos son en

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LA SEÑORA CORNELIA


sombra, hasta que los haga verdaderos la vista
de Cornelia."
Y sin mas dezir, de comun consentimiento,
dieron la buelta a Bolonia. Adelantose don
Antonio, para apercebir a Cornelia, por no so-      5
bresaltarla con la improuisa llegada del duque
y de su hermano. Pero como no la halló, ni los
pages le supieron dezir nueuas della, quedó
el mas triste y confuso hombre del mundo; y
como vio que faltaua el ama, imaginó que por      10
su industria faltaua Cornelia.
Los pages le dixeron que faltó el ama el mis-
mo dia que ellos auian faltado, y que la Corne-
lia por quien preguntaua, nunca ellos la vieron.
Fuera de si quedó don Antonio con el no      15
pensado caso, temiendo que quiza el du-
que los tendria por mentirosos o embusteros,
o quiza imaginaria otras peores cosas, que
redundassen en perjuyzio de su honra y del
buen credito de Cornelia.      20
En esta imaginacion estaua, quando entraron
el duque y don Iuan, y Lorenço, que por calles
desusadas y encubiertas, dexando la demas
gente fuera de la ciudad, llegaron a la casa de
don Iuan, y hallaron a don Antonio sentado en      25
vna silla, con la maño en la mexilla, y con vna
color de muerto. Preguntole don Iuan que mal
tenia y adonde estaua Cornelia.
Respondio don Antonio:
"¿Que mal quereys que no tenga, pues Cor-      30

                                               P.48
NOVELAS EXEMPLARES


nelia no parece, que, con el ama que le dexa-
mos para su compañia, el mismo dia que de
aqui faltamos, faltó ella?"
Poco le faltó al duque para espirar, y a Lo-
renço para desesperarse, oyendo tales nueuas.      5
Finalmente, todos quedaron turbados, suspen-
sos e imaginatiuos.
En esto se llegó vn page a don Antonio, y al
oydo le dixo:
"Señor, Santisteuan, el page del señor don      10
Iuan, desde el dia que vuessas mercedes se fue-
ron, tiene vna muger muy bonita encerrada en
su aposento, y yo creo que se llama Cornelia,
que assi la he oydo llamar."
Alborotose de nueuo don Antonio, y mas      15
quisiera que no huuiera parecido Cornelia
- que sin duda penso que era la que el page
tenia escondida - que no que la hallaran en
tal lugar. Con todo esso, no dixo nada, sino,
callando, se fue al aposento del page, y halló      20
cerrada la puerta, y que el page no estaua en
casa.
Llegose a la puerta, y dixo con voz baxa:
"Abrid, señora Cornelia, y salid a recebir a
vuestro hermano, y al duque, vuestro esposo,      25
que vienen a buscaros."
Respondieronle de dentro:
"¿Hazen burla de mi? pues en verdad que no
soy tan fea, ni tan desechada, que no podian
buscarme duques y condes, y esso se merece la      30
presona que trata con pages."

                                               P.49
LA SEÑORA CORNELIA


Por las quales palabras entendio don Anto-
nio que no era Cornelia la que respondia. Es-
tando en esto, vino Santisteuan el page, y acu-
dio luego a su aposento, y hallando alli a don
Antonio, que pedia que le truxessen las llaues      5
que auia en casa, por ver si alguna hazia a la
puerta, el page, hincado de rodillas, y con la
llaue en la mano, le dixo:
"El ausencia de vuessas mercedes, y mi be-
llaqueria por mejor dezir, me hizo traer vna      10
muger estas tres noches a estar conmigo; su-
plico a vuessa merced, señor don Antonio de
Ysunça, assi oyga buenas nueuas de España,
que, si no lo sabe mi señor don Iuan de Gam-
boa, que no se lo diga, que yo la echaré al mo-      15
mento."
"¿Y como se llama la tal muger?" preguntó
don Antonio.
"Llamase Cornelia" , respondio el page.
El page que auia descubierto la zelada, que      20
no era muy amigo de Santisteuan, ni se sabe si
simplemente o con malicia, baxó donde esta-
uan el duque, don Iuan y Lorenço, diziendo:
"¡Tomame el page, por Dios que le han
hecho gormar a la señora Cornelia; escondidi-      25
ta la tenia; a buen seguro que no quisiera el
que huuieran venido los señores, para alargar
mas el gaudeamus, tres o quatro dias mas!"
Oyo esto Lorenço, y preguntole:
"¿Que es lo que dezis, gentilhombre? ¿Don-      30
de esta Cornelia?"
"Arriba" , respondio el page.

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NOVELAS EXEMPLARES


Apenas oyo esto el duque, quando, como vn
rayo, subio la escalera arriba a ver a Cornelia,
que imaginó que auia parecido, y dio luego con
el aposento donde estaua don Antonio y, en-
trando, dixo:      5
"¿Dónde esta Cornelia, adonde esta la vida
de la vida mia?"
"Aqui esta Cornelia" , respondio vna muger
que estaua embuelta en vna sabana de la cama
y cubierto el rostro, y prosiguio diziendo:      10
"¡Valamos Dios!, ¿es este algun buey de
hurto?, ¿es cosa nueua dormir vna muger con
vn page, para hazer tantos milagrones?"
Lorenço, que estaua presente, con despecho
y colera, tiró de vn cabo de la sabana y descu-      15
brio vna muger moça, y no de mal parecer, la
qual, de verguença, se puso las manos delante
del rostro y acudio a tomar sus vestidos, que le
seruian de almohada, porque la cama no la te-
nia, y en ellos vieron que deuia de ser alguna      20
picara de las perdidas del mundo.
Preguntole el duque que si era verdad que
se llamaua Cornelia. Respondio que si, y que
tenia muy honrados parientes en la ciudad, y
que nadie dixesse desta agua no beuere.      25
Quedó tan corrido el duque, que casi estuuo
por pensar si hazian los españoles burla del,
pero por no dar lugar a tan mala sospecha, bol-
uio las espaldas y, sin hablar palabra, siguien-
dole Lorenço, subieron en sus cauallos y se      30
fueron, dexando a don Iuan y a don Antonio

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LA SEÑORA CORNELIA


harto mas corridos que ellos yuan, y determina-
ron de hazer las diligencias possibles, y aun
impossibles, en buscar a Cornelia y satisfazer
al duque de su verdad y buen desseo. Despi-
dieron a Santisteuan por atreuido, y echaron a      5
la picara Cornelia, y en aquel punto se les vino
a la memoria que se les auia oluidado de dezir
al duque las joyas del Agnus y la cruz de dia-
mantes que Cornelia les auia ofrecido, pues con
estas señas creeria que Cornelia auia estado en      10
su poder y que, si faltaua, no auia estado en su
mano.
Salieron a dezirle esto, pero no le hallaron
en casa de Lorenço, donde creyeron que esta-
ria; a Lorenço si, el qual les dixo que sin dete-      15
nerse vn punto se auia buelto a Ferrara, de-
xandole orden de buscar a su hermana. Dixe-
ronle lo que yuan a dezirle; pero Lorenço les
dixo que el duque yua muy satisfecho de su
buen proceder, y que entrambos auian echado      20
la falta de Cornelia a su mucho miedo, y que
Dios seria seruido de que pareciesse, pues no
auia de auer tragado la tierra al niño, y al ama,
y a ella.
Con esto se consolaron todos, y no quisieron      25
hazer la inquisicion de buscalla por vandos
publicos, sino por diligencias secretas, pues de
nadie, sino de su prima, se sabia su falta; y
entre los que no sabian la intencion del duque,
correria riesgo el credito de su hermana, si la      30
pregonassen, y ser gran trabajo andar satisfa-

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NOVELAS EXEMPLARES


ziendo a cada vno de las sospechas que vna
vehemente presumpcion les infunde. Siguio
su viage el duque, y la buena suerte, que yua
disponiendo su ventura, hizo que llegasse a la
aldea del cura, donde ya estauan Cornelia, el      5
niño y su ama, y la consejera: y ellas le auian
dado cuenta de su vida y pedidole consejo
de lo que harian. Era el cura grande amigo del
duque, en cuya casa, acomodada a lo de clerigo
rico y curioso, solia el duque venirse desde Fe-      10
rrara muchas vezes, y desde alli salia a caza,
porque gustaua mucho, assi de la curiosidad
del cura, como de su donayre, que le tenia en
quanto dezia y hazia. No se alborotó por ver
al duque en su casa, porque, como se ha dicho,      15
no era la vez primera: pero descontentole verle
venir triste: porque luego echó de ver que con
alguna passion traia ocupado el animo. Entre-
oyo Cornelia que el duque de Ferrara estaua
alli, y turbose en estremo, por no saber con que      20
intencion venia; torciase las manos, y andaua
de vna parte a otra, como persona fuera de
sentido. Quisiera hablar Cornelia al cura, pero
estaua entreteniendo al duque, y no tenia lugar
de hablarle.      25
El duque le dixo:
"Yo vengo, padre mio, tristissimo, y no quie-
ro oy entrar en Ferrara, sino ser vuestro hues-
ped; dezid a los que vienen conmigo que passen
a Ferrara, y que solo se quede Fabio."      30

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LA SEÑORA CORNELIA


Hizolo assi el buen cura, y luego fue a dar
orden como regalar y seruir al duque, y con
esta ocasion le pudo hablar Cornelia, la qual,
tomandole de las manos, le dixo: "Ay, padre y
señor mio, ¿y que es lo que quiere el duque?      5
Por amor de Dios, señor, que le de algun toque
en mi negocio y procure descubrir y tomar al-
gun indicio de su intencion; en efeto, guielo
como mejor le pareciere y su mucha discrecion
le aconsejare."      10
A esto le respondio el cura:
"El duque viene triste; hasta agora no me ha
dicho la causa. Lo que se ha de hazer es que
luego se aderece esse niño muy bien, y poned-
le, señora, las joyas todas que tuuieredes,      15
principalmente las que os huuiere dado el du-
que, y dexadme hazer, que yo espero en el cielo
que hemos de tener oy vn buen dia."
Abraçole Cornelia y besole la mano, y reti-
rose a aderezar y componer el niño.      20
El cura salio a entretener al duque en tanto
que se hazia hora de comer, y, en el discurso de
su platica, preguntó el cura al duque si era pos-
sible saberse la causa de su melancolia, porque
sin duda de vna legua se echaua de ver que      25
estaua triste.
"Padre" , respondio el duque, "claro esta que
las tristezas del coraçon salen al rostro; en los
ojos se lee la relacion de lo que esta en el alma,
y, lo que peor es, que por aora no puedo comu-      30
nicar mi tristeza con nadie."

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NOVELAS EXEMPLARES


"Pues en verdad, señor" , respondio el cura,
"que si estuuierades para ver cosas de gusto,
que os enseñara yo vna, que tengo para mi que
os le causara, y grande."
"Simple seria" , respondio el duque, "aquel      5
que, ofreciendole el aliuio de su mal, no
quisiesse recebirle. Por vida mia, padre, que
me mostreys esso que dezis, que deue de ser
alguna de vuestras curiosidades, que para mi
son todas de grandissimo gusto."      10
Leuantose el cura, y fue donde estaua Cor-
nelia, que ya tenia adornado a su hijo y pues-
tole las ricas joyas de la cruz y del Agnus,
con otras tres piezas preciosissimas, todas
dadas del duque a Cornelia, y, tomando al      15
niño entre sus braços, salio adonde el duque
estaua, y diziendole que se leuantasse y se
llegasse a la claridad de vna ventana, quitó
al niño de sus braços, y le puso en los del
duque, el qual, quando miró, y reconocio las      20
joyas, y vio que eran las mismas que el auia
dado a Cornelia, quedó atonito, y mirando
ahincadamente al niño, le parecio que miraua
su mismo retrato: y, lleno de admiracion, pre-
guntó al cura cuya era aquella criatura, que      25
en su adorno y adereço parecia hijo de algun
principe.
"No se" , respondio el cura; "solo se, que
aura no se quantas noches, que aqui me le truxo
vn cauallero de Bolonia, y me encargó mirasse      30

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LA SEÑORA CORNELIA


por el y le criasse, que era hijo de vn valeroso
padre, y de vna principal y hermosissima ma-
dre. Tambien vino con el cauallero vna muger,
para dar leche al niño, a quien he yo pregun-
tado si sabe algo de los padres desta criatura,      5
y responde que no sabe palabra; y en verdad
que si la madre es tan hermosa como el ama,
que deue de ser la mas hermosa muger de
Italia."
"¿No la veriamos?" , preguntó el duque.      10
"Si, por cierto" , respondio el cura, "venios,
señor, conmigo, que si os suspende el adorno
y la belleza dessa criatura, como creo que os
ha suspendido, el mismo efeto entiendo que
ha de hazer la vista de su ama."      15
Quisole tomar la criatura el cura al
duque, pero el no la quiso dexar, antes la
apreto en sus braços y le dio muchos besos.
Adelantose el cura vn poco, y dixo a Corne-
lia que saliesse sin turbacion alguna a recebir      20
al duque.
Hizolo assi Cornelia, y con el sobresalto le
salieron tales colores al rostro, que sobre el
modo mortal la hermosearon. Pasmose el du-
que quando la vio, y ella, arrojandose a sus      25
pies, se los quiso besar.
El duque, sin hablar palabra, dio el niño al
cura, y, boluiendo las espaldas, se salio con
gran priessa del aposento; lo qual, visto por
Cornelia, boluiendose al cura, dixo:      30

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NOVELAS EXEMPLARES


"¡Ay, señor mío! ¿Si se ha espantado el du-
que de verme, si me tiene aborrecida, si le he
parecido fea, si se le han oluidado las obliga-
ciones que me tiene? ¿No me hablará siquiera
vna palabra? ¿Tanto le cansaua ya su hijo, que      5
assi le arrojó de sus braços?"
A todo lo qual no respondia palabra el cura,
admirado de la huyda del duque, que asi le
parecio que fuesse huyda, antes que otra cosa,
y no fue sino que salio a llamar a Fabio y de-      10
zirle:
"Corre, Fabio amigo, y a toda diligencia
buelue a Bolonia, y di que al momento Lorenço
Bentibolli, y los dos caualleros españoles don
Iuan de Gamboa y don Antonio de Ysunça,      15
sin poner escusa alguna, vengan luego a esta
aldea; mira, amigo, que bueles, y no te vengas
sin ellos, que me importa la vida el verlos."
No fue pereçoso Fabio, que luego puso en
efeto el mandamiento de su señor.      20
El duque boluio luego adonde Cornelia es-
taua derramando hermosas lagrimas. Cogiola
el duque en sus braços, y añadiendo lagrimas
a lagrimas, mil vezes le beuio el aliento de la
boca, teniendoles el contento atadas las len-      25
guas. Y assi, en silencio honesto y amoroso,
se gozauan los dos felizes amantes y espo-
sos verdaderos.
El ama del niño, y la Criuela por lo menos,
como ella dezia, que por entre las puertas de      30

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LA SEÑORA CORNELIA


otro aposento auian estado mirando lo que en-
tre el duque y Cornelia passaua, de gozo se
dauan de calabaçadas por las paredes,
que no parecia sino que auian perdido el juyzio.
El cura daua mil besos al niño que tenia en      5
sus braços, y con la mano derecha, que des-
ocupó, no se hartaua de echar bendiciones a
los dos abraçados señores. El ama del cura, que
no se auia hallado presente al graue caso, por
estar ocupada aderezando la comida, quan-      10
do la tuuo en su punto, entró a llamarlos, que
se sentassen a la mesa. Esto apartó los estre-
chos abraços, y el que desembaraçó al cura
del niño, y le tomó en sus braços, y en ellos le
tuuo todo el tiempo que duró la limpia y bien      15
sazonada mas que sumptuosa comida; y, en
tanto que comian, dio cuenta Cornelia de todo
lo que le auia sucedido, hasta venir a aquella
casa, por consejo de la ama de los dos caua-
lleros españoles, que la auian seruido, ampa-      20
rado, y guardado con el mas honesto y pun-
tual decoro que pudiera imaginarse. El duque
le conto assimismo a ella todo lo que por el
auia passado, hasta aquel punto. Hallaronse
presentes las dos amas, y hallaron en el duque      25
grandes ofrecimientos y promessas.
En todos se renouo el gusto con el felize
fin del sucesso, y solo esperauan a colmarle, y
a ponerle en el estado mejor que acertara a

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NOVELAS EXEMPLARES


dessearse, con la venida de Lorenço, de don
Iuan, y don Antonio, los quales de alli a tres
dias vinieron desalados y desseosos, por saber si
alguna nueua sabia el duque de Cornelia, que
Fabio, que los fue a llamar, no les pudo dezir      5
ninguna cosa de su hallazgo, pues no la sabia.
Saliolos a recebir el duque vna sala antes de
donde estaua Cornelia, y esto sin muestras de
contento alguno, de que los recien venidos se
entristecieron.      10
Hizolos sentar el duque, y el se sento con
ellos, y encaminando su platica a Lorenço,
le dixo:
"Bien sabeys, señor Lorenço Bentibolli, que
yo jamas engañé a vuestra hermana, de lo      15
que es buen testigo el cielo y mi conciencia.
Sabeys assimismo la diligencia con que la he
buscado y el desseo que he tenido de hallarla,
para casarme con ella, como se lo tengo pro-
metido. Ella no parece, y mi palabra no ha de      20
ser eterna. Yo soy moço, y no tan experto en
las cosas del mundo, que no me dexe lleuar de
las que me ofrece el deleyte a cada paso.
La misma aficion que me hizo prometer ser
esposo de Cornelia, me lleuó tambien a dar      25
antes que a ella palabra de matrimonio a vna
labradora desta aldea, a quien pensaua dexar
burlada, por acudir al valor de Cornelia, aun-
que no acudiera a lo que la conciencia me
pedia, que no fuera pequeña muestra de amor.      30
Pero pues nadie se casa con muger que no pa-

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LA SEÑORA CORNELIA


rece, ni es cosa puesta en razon que nadie
busque la muger que le dexa, por no hallar la
prenda que le aborrece, digo que veays, señor
Lorenço, que satisfacion puedo daros del agra-
uio que no os hize, pues jamas tuue inten-      5
cion de hazerosle, y luego quiero que me deys
licencia para cumplir mi primera palabra y
desposarme con la labradora, que ya esta den-
tro desta casa."
En tanto que el duque esto dezia, el rostro      10
de Lorenço se yua mudando de mil colores, y no
acertaua a estar sentado de vna manera en la
silla, señales claras que la colera le yua toman-
do possession de todos sus sentidos. Lo mismo
passaua por don Iuan y por don Antonio, que      15
luego propusieron de no dexar salir al duque
con su intencion, aunque le quitassen la vida.
Leyendo, pues, el duque en sus rostros sus
intenciones, dixo:
"Sossegaos, señor Lorenço, que, antes que      20
me respondays palabra, quiero que la hermo-
sura que vereys en la que quiero recebir por mi
esposa, os obligue a darme la licencia que os
pido, porque es tal, y tan estremada, que
de mayores yerros sera disculpa.,.      25
Esto dicho, se leuantó y entró donde Corne-
lia estaua riquissimamente adornada, con todas
las joyas que el niño tenia y muchas mas.
Quando el duque boluio las espaldas, se le-
uantó don Iuan, y, puestas ambas manos en      30

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NOVELAS EXEMPLARES


los dos braços de la silla donde estaua sentado
Lorenço, al oydo le dixo:
"¡Por Santiago de Galizia, señor Lorenço, y
por la fe de christiano y de cauallero que
tengo, que assi dexe yo salir con su intencion      5
al duque, como boluerme moro!; aqui, aqui, y
en mis manos, ha de dexar la vida, o ha de cum-
plir la palabra que a la señora Cornelia, vuestra
hermana, tiene dada, o, a lo menos, nos ha de
dar tiempo de buscarla, y hasta que de cierto      10
se sepa que es muerta, el no ha de casarse."
"Yo estoy desse parecer mismo" , respondio
Lorenço.
"Pues del mismo estara mi camarada don
Antonio" , replicó don Iuan.      15
En esto, entró por la sala adelante Cornelia,
en medio del cura y del duque, que la traia de
la mano, detras de los quales venian Sulpicia,
la donzella de Cornelia, que el duque auia
embiado por ella a Ferrara, y las dos amas, del      20
niño y la de los caualleros. Quando Lorenço
vio a su hermana, y la acabó de rafigurar y
conocer, que, al principio, la impossibilidad,
a su parecer, de tal sucesso, no le dexaua ente-
rar en la verdad, tropeçando en sus mismos      25
pies, fue a arrojarse a los del duque, que le
leuantó y le puso en los braços de su hermana,
quiero dezir, que su hermana le abraçó con las
muestras de alegria possibles.

                                               P.61
LA SEÑORA CORNELIA


Don Iuan y don Antonio dixeron al duque
que auia sido la mas discreta y mas sabrosa
burla del mundo.
El duque tomó al niño, que Sulpicia traia, y
dandosele a Lorenço, le dixo:      5
"Recebid, señor hermano, a vuestro sobrino
y mi hijo, y ved si quereys darme licencia que
me case con esta labradora, que es la primera
a quien he dado palabra de casamiento."
Seria nunca acabar contar lo que respondio      10
Lorenço, lo que preguntó don Iuan, lo que
sintio don Antonio, el regozijo del cura, la
alegria de Sulpicia, el contento de la consejera,
el jubilo del ama, la admiracion de Fabio y, fi-
nalmente, el general contento de todos. Luego      15
el cura los desposó, siendo su padrino don Iuan
de Gamboa; y entre todos se dio traza que
aquellos desposorios estuuiessen secretos, has-
ta ver en que paraua la enfermedad que tenia
muy al cabo a la duquessa, su madre, y      20
que en tanto la señora Cornelia se boluiesse
a Bolonia con su hermano. Todo se hizo assi,
la duquessa murio, Cornelia entró en Ferrara,
alegrando al mundo con su vista; los lutos se
boluieron en galas; las amas quedaron ricas,      25
Sulpicia por muger de Fabio, don Antonio y
don Iuan contentissimos de auer seruido en
algo al duque, el qual les ofrecio dos primas
suyas por mugeres, con riquissima dote.
Ellos dixeron que los caualleros de la nacion      30

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NOVELAS EXEMPLARES


vizcayna, por la mayor parte, se casauan en
su patria, y que no por menosprecio, pues no
era possible, sino por cumplir su loable cos-
tumbre y la voluntad de sus padres, que ya
los deuian de tener casados, no aceptauan tan      5
illustre ofrecimiento.
El duque admitio su disculpa, y por modos
honestos y honrosos, y buscando ocasiones lici-
tas, les embio muchos presentes a Bolonia, y al-
gunos tan ricos, y embiados a tan buena sazon      10
y coyuntura, que aunque pudieran no admitirse,
por no parecer que recebian paga, el tiempo en
que llegauan lo facilitaua todo, especialmente
los que les embio al tiempo de su partida para
España, y los que les dio quando fueron a Ferra-      15
ra a despedirse del; ya hallaron a Cornelia con
otras dos criaturas hembras, y al duque mas en-
amorado que nunca. La duquesa dio la cruz de
diamantes a don Iuan, y el Agnus a don An-
tonio, que, sin ser poderosos a hazer otra cosa,      20
las recibieron. Llegaron a España, y a su tierra,
adonde se casaron con ricas, principales y her-
mosas mugeres, y siempre tuuieron correspon-
dencia con el duque y la duquessa y con el
señor Lorenço Bentibolli, con grandis[si]mo      25
gusto de todos.